LOS COLORES EN GATRONOMÍA Y SU INFLUENCIA EN
LOS SENTIDOS Y LAS EMOCIONES
Cuando una persona ingiere un alimento existen diversos factores
que juegan un papel importante y pueden influenciar al
consumidor, como de ser capaces de alterar las percepciones gustativas de un alimento o su estado emocional durante
la ingesta, como puede ser la música, la compañía, el lugar, los colores,
entre otros.
Como se ha podido
observar, el color del envase, como el de la vajilla pueden afectar a que la percepción gustativa sea diferente, y, por
otro lado, se ha observado que al alterar los colores del entorno hay diferencias en el
estado emocional durante una comida.
Las variaciones del color pueden llegar a producir diferentes percepciones señoriales y emocionales.
Aunque en el ámbito de la emoción cabe destacar que un color puede conllevar a
varios estados emocionales.
Cuando se ingiere un alimento éste transmite una
serie de sensaciones que son percibidas a través
de los sentidos: el tacto, el gusto, el olfato, el oído y la vista; que tras ser evaluadas de forma conjunta desencadenan una respuesta emocional en el consumidor.
En esta evaluación sensorial influyen distintas propiedades organolépticas de los
alimentos, como la textura, el aroma,
el sabor, e incluso una apariencia
atractiva, en la cual influye el color.
Por una parte, las múltiples inervaciones presentes en la lengua y los labios perciben la textura de los alimentos, los receptores gustativos de la lengua, el paladar blando y en parte del esófago, reaccionan con los compuestos químicos presentes en los alimentos detectando los sabores básicos (salado, dulce, ácido, amargo y umami), y a su vez, los receptores olfativos detectan distintos olores u aromas que desencadenan una respuesta subjetiva de placer o rechazo. Igualmente, los sonidos que se producen durante la ingesta, como el crujido de un alimento o la efervescencia de una bebida gaseosa que son percibidos por el sistema auditivo, y la apariencia física, el color, la forma y diversos detalles como el movimiento distinguidos por la retina ocular posibilitan la percepción general del alimento .
De forma global, todos
estos estímulos influyen en la
aceptabilidad de un alimento, de manera que se puede sentir placer o satisfacción, o por contra rechazo o desconfianza si es la primera vez que se consume.
Asimismo, las experiencias previas juegan
un gran papel en las emociones que transmiten
los alimentos, el cerebro cuenta con una gran biblioteca de posibles respuestas hacia diferentes alimentos
que pueden generar
distintos grados de aceptabilidad y de intensidad emocional.
Esta relación entre los sentidos
y la apreciación final del alimento se denomina
análisis sensorial, que se define como el examen
de las propiedades de los alimentos que son captados por los sentidos
antes y durante su ingestión.
El entorno es un papel clave que puede interferir en la decisión final del
consumidor , ya que existen
múltiples factores que afectan
en la percepción sensorial y emotiva del
consumidor, como la música, las personas de
su entorno, las condiciones económicas y sociales, los envases, el marketing, los colores, etc. Todos estos estímulos crean subconscientemente
una idea del producto, y un
único cambio en uno de estos factores
puede variar la percepción que tenga el consumidor hacia
ese producto.
Diferentes estudios han tratado de corroborar
la interacción entre el entorno y las sensaciones transmitidas por los alimentos, sin embargo, pocos han profundizado en la influencia que el color pueda
ejercer en la ingesta.
INFLUENCIA DEL ENTORNO
La influencia del entorno es un punto clave ya que existen muchos factores que pueden persuadir a
los consumidores tanto en la intención de compra de unos alimentos, como en su ingesta.
Distintos estudios muestran que las comidas que se realizan
en el núcleo familiar son
más equilibradas que las
que se dan fuera de él . El comer fuera de casa invita a tomar la comida de forma más rápida,
así como una tendencia a consumir
productos altamente procesados y con un mayor contenido
calórico, que conllevan a una dieta desequilibrada. En gran medida este cambio se debe a razones socioeconómicas, las cuales han supuesto cambios
en el entorno y a su vez en los hábitos de consumo.
LAS EMOCIONES
En verdad, no existe una sola definición del término emoción. Según Ashkezari la emoción
es una experiencia subjetiva y consciente de la experiencia, que se caracteriza por ser de tipo psicológico fisiológico y biológico, o podría deberse a una experiencia positiva o negativa asociada
a un patrón psicológico en particular. Por otro lado, Punset y Bisquerra en su libro “Universo de emociones” exponen que la emoción se observa como la respuesta a un estímulo, y ésta desencadena tres tipos de reacciones:
la neurofisiológica, la comportamental y la cognitiva. Así pues, aunque no existe una única definición para este término
que sea aceptada
por la mayoría de los científicos, sí se
ha llegado a un acuerdo para identificar las
dimensiones más importantes de la emoción, que son la valencia y el arousal.
La valencia, se corresponde a la zona positiva o
negativa en la que se encuentra la
emoción, mientras que el arousal se
relaciona con su intensidad.
Estas emociones son conformadas en el sistema
límbico que según varios estudios
es el responsable del comportamiento, la memoria, la motivación, la sensación de satisfacción, y el
aprendizaje emocional.
Influencia del color en la respuesta
del consumidor
Como se ha comentado anteriormente, el color uno de los
factores que condicionan la respuesta de los consumidores. Los colores han sido ampliamente estudiados por su influencia en la percepción sensorial y el comportamiento
del consumidor. Es un factor que está de forma habitual en todos los productos que se consumen,
y de una manera u otra, pasa inadvertido por los consumidores aunque en realidad
hay una asociación pre-establecida entre un producto en particular y su color. Cabe destacar
que tanto la edad como la cultura
están íntimamente ligadas
con la respuesta emocional y la aceptabilidad de un mismo color.
Para conocer la influencia del color sobre las respuestas emocionales del consumidor se deben incluir
todas las etapas implicadas, desde la adquisición hasta preparación y el consumo. Tras una primera lectura general se han podido destacar los siguientes hechos. En el momento de compra en lo primero que se fijan los consumidores es en los envases, por lo que el 90 % de las marcas comerciales utilizan un color que transmite una información relevante de su contenido . Esto se debe a que, como ya se ha mencionado, existe un trasfondo cultural en la percepción de un color y su consecuente en el comportamiento. Se ha reportado que existen colores que se asocian con algunos sabores, por ejemplo: el amarillo se asocia al sabor dulce como el aroma a vainilla, el blanco a los sabores planos, agrios, y postres lácteos, mientras que el color negro se asocia con el sabor amargo, como puede ser el chocolate. Por ello el color del envase nos da una predicción robusta del sabor o del aroma que pueda contener. Esto quedó patente en un estudio que media la respuesta gustativa teniendo como factor el color del envase, en el que se comparó un zumo de fruta de la pasión de dos envases que únicamente diferían en el color, uno naranja y otro blanco. En este estudio la evaluación sensorial el zumo del envase de color naranja fue señalado como más dulce que el mismo zumo contenido en el envase de color blanco.
Igualmente, a la hora de comer, el color de la vajilla
también cobra importancia. Existen varios
estudios que indican que un cambio en el
color de la vajilla provoca
un cambio significativo de la percepción sensorial. Ross determinaron que al probar un vino en una copa de cristal
azul, éste resultaba ser estadísticamente más astringente que si se tomaba en una transparente. Mientras que, en otro
estudio, Risso verificó que la percepción del gas carbónico de las bebidas era más intensa cuando el recipiente era de color rojo o azul,
en vez de si era una blanco.
De igual forma, se ha descrito
que las comidas servidas en un
plato negro parecen ser más apetecibles que si se sirven en un plato blanco,
lo que es debido a que el alimento refleja
más luz o que el color rojo de la vajilla
influye disminuyendo la ingesta, aunque esta relación no fue
estadísticamente significativa.
Como se ha podido observar en la literatura, los colores no solo influyen en la
percepción sensorial de los alimentos
y bebidas, sino que también existe
una evidencia científica entre el color
y la emoción que provocan.
En la emoción el color
juega gran importancia y los parámetros
que influyen en la emoción final son
el tono, la luminosidad y la saturación y las
expectativas hacia esos colores está a su vez ligada a las experiencias previas.
Jacquier y Giboreau pusieron en práctica una metodología en la que decoraron un comedor
con
tres colores distintos; uno rojo y negro; otro blanco y azul; y un tercero de color verde, y los compararon con el comedor sin estar decorado con estos tonos.
El comedor decorado de rojo y negro resultó
ser más excitante y los invitados apuntaron a que la sensación
que percibían era más cálida.
Mientras que el salón decorado
de color blanco y azul no produjo
los mismos sentimientos de intimidación que cuando estaba
adornado con colores rojos y negros.
Por último, cuando la sala tenía una decoración en tonos verdes,
las emociones principales fueron de serenidad, intimidad, relajación
y felicidad, por lo que concluyeron que los colores están íntimamente
relacionados
con emociones específicas.
A su vez, Othman y Goodarzirad mostraron que los colores
luminosos y con alta saturación tendían
a producir sentimientos de placidez. Por su parte, Valdez y Mehrabian
en su artículo sobre el efecto de los
colores en las emociones encontraron una lista de asociaciones de los distintos
colores con unas emociones específicas, por ejemplo:
el color verde-amarillo provoca más intensidad emocional o más arousal (excitación, despertar,
al contrario que el morado-azul y el rojo-amarillo que son los tonos
que menos arousal provocan.
Por contra, Shen corroboró que existe una mayor atracción emocional hacia el
color azul que hacia el rojo, ya que
el color azul presenta un tiempo de respuesta significativamente menor, lo que podría traducirse en una mayor atención.
En conclusión, gracias
a diferentes trabajos
que medían la respuesta del consumidor ante distintos tonos cromáticos se ha podido determinar cómo variaciones en este parámetro desencadenan distintas percepciones.
Aunque en la mayoría de los casos se utilizaron cuestionarios, los parámetros físicos
del color (la luminosidad, tono y
saturación) fueron comparados entre los diferentes colores, y fueron correlacionados
con la respuesta emocional. Ya que,
según Valdez y Mehrabian mostraron que existe una relación
positiva entre el arousal y los parámetros de luminosidad y saturación. Igualmente se observó que en aquellos casos en los que se cambió el color del envase o de la vajilla se
obtenían respuestas emocionales
distintas. Salvo en el caso del color rojo que se partió de la hipótesis
de que este color producía
una menor ingesta, y finamente no fue así.
En lo relativo
a las emociones, según los artículos
revisados, no se puede concluir que un color produzca una emoción única,
sino que un color puede producir varias
emociones. Sin embargo, sí que se ha podido observar como una gama de cromática se relaciona habitualmente con una misma emoción. Aunque,
no se han encontrado estudios
que muestren la aplicación de las tecnologías instrumentales de medición
de emociones en relación al color, estos métodos están cobrando una gran
relevancia. Esto permitirá en un
futuro conocer de forma más profunda la respuesta emocional de
los consumidores a los distintos
colores, así como estudiar su comportamiento
cognitivo para poder predecir su comportamiento.
o en
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