El VICTIMISMO
Hace tiempo
leí que la mayor adicción que tiene el ser humano no es a las drogas, al
alcohol o al sexo, si no a las emociones, y más concretamente al victimismo. Si
no puedes controlar una emoción es que eres adicta a ella
Si lo piensas detenidamente, ¿cuántas veces al día o a la semana te sientes como una víctima?
Muchas ¿verdad? ¿Te gusta ser una víctima o realmente no puedes controlar esa
emoción pero no puedes estar sin ella? Entonces, ¿qué nos da esta emoción tan limitante que nos hace caer una y otra vez
en ella? Desde mi punto de vista un falso poder. Nos sentimos víctimas
cuando no asumimos que nosotros somos los creadores y responsables de nuestra
propia realidad, entregando nuestro poder al exterior, ya sean personas o
acontecimientos, y no nos responsabilizamos de nuestra vida. ¿Te suena?
Montamos un drama llamado 'el pobrecito de mi' para que los demás se
compadezcan de nosotros y tengamos nuestro momento fugaz de gloria al sentirnos
el centro de atención, para que una vez vivido ese drama, nos vayamos al otro
extremo y desde un estado de falso poder y soberbia juzguemos sin piedad a
nuestro castigador, ya que él tiene la culpa de todas nuestras desgracias. Y
así nos pasamos la vida… adictos al drama y al subidón. Realmente funciona
igual que cualquier droga: cada vez necesitas más de ella para sentir lo mismo.
Tomar consciencia de que somos adictos a las
emociones, reconocer e identificar los patrones de pensamiento y creencias que
te llevan a esos estados emocionales adictivos e incontrolables es el primer
paso para comenzar a gestionar de una forma más equilibrada las emociones y no
dejarnos llevar por ellas. Como toda adicción, desengancharse conlleva pasar un
mono, ya que tu cuerpo es adicto a esa droga e intentará hacer lo posible por
conseguirla. ¿Cuántas veces nos hemos propuesto dejar alguna adicción (tabaco,
café, alcohol, chocolate, internet, etc…) y llevando menos de un día cumpliendo
nuestro nuevo objetivo, una vocecita ha surgido en nuestra cabeza diciéndonos
que vaya tontería? ¿Por qué no dejarlo para más adelante cuando estuviésemos
más tranquilos? Esa voz era tu cuerpo hablándote y convenciéndote para que le
dieras su dosis de droga. Por desgracia casi siempre gana y volvemos a caer,
sintiéndonos culpables, víctimas de nosotros mismos para luego juzgarnos
ferozmente y vuelta empezar.
Todo cambio de hábito exige una disciplina férrea al
menos durante los primeros 21 días a partir de la decisión de cambiarlo. Tomar
consciencia de tu vida, coger la responsabilidad de hacer ese cambio consiste
en no dejarte llevar por tu cuerpo y ser fiel de verdad a tu “yo interior” que
sabe realmente lo que es bueno para ti. Si te paras a pensar tampoco son tantos
días y la recompensa es muy alta si lo consigues.
Me encanta ver como mis clientes, durante el proceso de coaching, poco a poco van desenganchándose de sus adicciones emocionales, como se van sintiendo más libres y más felices al ir gestionando mejor sus emociones. Es una experiencia preciosa.
Me encanta ver como mis clientes, durante el proceso de coaching, poco a poco van desenganchándose de sus adicciones emocionales, como se van sintiendo más libres y más felices al ir gestionando mejor sus emociones. Es una experiencia preciosa.
David Gómez( Revista Oh mygod), escribió y yo lo reproduzco ya que coincide plenamente con mi trabajo en despacho como Coach. ¿Cuántos coach no ven reproducido este actuar del cliente?
El drama del "pobrecito de mí" comienza en la más tierna infancia como mecanismo de chantaje emocional. En ese primer momento debemos de enseñar a nuestro hijo a gestionar sus emociones; a pedir y recibir de manera natural; a reconocer que el chantaje no funciona que funciona la comunicación.
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