EL EFECTO PIGMALIÓN Y SU RELACIÓN CON EL LIDERAZGO EN EL TRABAJO

 

EFECTO PIGMALION Y LIDERAZGO

El efecto Pigmalión y su relación con el Liderazgo en el trabajo 

Cuando hablamos de la profecía autocumplida en psicología, nos referimos a un sesgo cognitivo en la percepción, a través del cual anticipamos unos hechos y sus consecuencias antes de que sucedan. Esto ocurre porque, tras vivir una situación específica, guardamos un registro en nuestra memoria para que nos sirva como aprendizaje en un futuro. Esta experiencia vivida nos hace reaccionar de una forma determinada ante eventos posteriores, llegando a una conclusión determinada.

Una de las consecuencias que nos puede suponer este sesgo es ponernos en una situación de alerta, presentándonos un escenario mental en el que ya sabemos lo que va a ocurrir y poniéndonos en consecuencia en una posición de vulnerabilidad ante el futuro próximo, provocando ansiedad si consideramos que el resultado va a ser perjudicial.

El efecto Pigmalión podemos decir que es una profecía autocumplida que se basa en la influencia
que las creencias de otras personas tienen sobre una persona determinada o sobre un grupo de personas. Las expectativas de alguien confirman lo que se espera de nosotros mismos sin comprobar de manera objetiva si en realidad somos o nos comportamos de esa manera.

El efecto Pigmalión es sumamente perjudicial en las empresas y los empleados cuando se dan situaciones de enfrentamientos por creencias implementadas desde los líderes sobre determinados empleados que incluso puede llevar a provocar situaciones no deseadas.

La asertividad engañosa enmascarada en lo popularmente denominado chismorreo en las empresas determina en muchas ocasiones que el efecto Pigmalión despliegue sus consecuencias negativas sobre determinados empleados.

Este efecto viene de la mitología griega, en la que Pigmalión, un famoso escultor, se enamoró locamente de una de sus esculturas. Se trataba de la escultura de una mujer muy bella llamada Galatea. Tanto era el amor que sentía por ella que la trataba como si fuese una mujer real. Al ver esto, la diosa Afrodita, conmovida por el deseo de Pigmalión, le concedió vida a la escultura y más tarde, su creador, se casó con ella y tuvieron una hija. La expectativa de Pigmalión hizo que la estatua de marfil se convirtiera en una mujer real.

Si nos referimos a la empresa o a las circunstancias que se desarrollan en el ámbito laboral, podemos encontrar varios ejemplos del enorme poder que tienen las expectativas. Y es que las creencias que tenemos van a influir directamente en la conducta y los resultados de otras personas, tanto de manera positiva como negativa.

Así, cuando una persona en su trabajo recibe la aprobación y el reconocimiento de sus superiores jerárquicos de manera continuada, existe una mayor posibilidad de que obtenga unos resultados óptimos que eleven su desempeño. Se da la circunstancia de que al contrario también se produce este efecto, si una persona trabajadora es criticada constantemente, tanto por sus superiores o compañeros esto hace que baje su rendimiento y se vean mermadas sus capacidades realizando un trabajo de peor calidad.

El efecto Pigmalión también se da entre las personas trabajadoras que comparten tareas. La confianza que deposite una persona en su compañero o compañera de trabajo va a hacer que este se desenvuelva con mayor soltura a la hora de realizar su trabajo y obtenga unos resultados positivos. El hecho de que su compañero/a piense que va a realizar bien su trabajo hace que la persona confíe más en sí misma y consiga finalizar antes las tareas con mejores resultados. Si la persona que tiene cerca no confía en él/ella, se van a desencadenar unas creencias limitantes que van a disminuir su capacidad. Por eso es tan importante en las empresas la agrupación de los trabajadores por equipos de producción o labor y sin que se produzca la intromisión de otros sectores o compañeros que saboteen sus labores o introduzcan creencias limitantes positivas y/o negativas.

Cuando un trabajador o trabajadora novel comienza en una empresa, va a depender de las expectativas que pongan sus compañeros/as en él/ella para que su integración en la empresa sea más rápida y eficiente. Si sus compañeros/as le motivan, animan y valoran hará que se generen unas creencias potenciadoras que le impulsarán a conseguir sus metas con un mejor rendimiento.

En muchas empresas hay departamentos que, por algún motivo, son considerados como los tóxicos de la empresa, los que entorpecen la tarea de otros departamentos. Esto puede ocurrir porque tradicionalmente siempre ha sido así, aunque aquí lo que está influyendo son las expectativas de los trabajadores y trabajadoras de otros departamentos que provocan desconfianza en las personas que trabajan en él y  como consecuencia se produce una bajada de rendimiento que afecta de manera negativa a toda la empresa.

El efecto Pigmalión nos enseña que, en el trabajo, y también en la vida, tenemos que confiar en cada
una de las personas que nos rodean, ya sean superiores a nivel jerárquico o iguales, y tener unas expectativas positivas en sus capacidades y habilidades que generen un sentimiento de valía y una mejora de la autoestima hacia el desempeño de sus tareas. Debemos tener claro que, si le ponemos un poco de amor a nuestro trabajo y a las personas con las que convivimos, y vemos con expectativas positivas y confianza a todas las personas con las que interactuamos, vamos a desempeñar mejor nuestro trabajo y  disfrutaremos de compañeros y compañeras más felices. Si, como jefes o jefas, ponemos expectativas positivas en las personas que trabajan en nuestra empresa, tendremos un equipo de trabajo más cohesionado, más involucrado y más productivo. Y, si como trabajadores y trabajadoras, tenemos una mirada más comprensiva hacia jefes y jefas con expectativas esperanzadoras, haremos que se autocumplan nuestras profecías positivas.

Intimamente unido al efecto Pigmalión en la empresa se encuentra el comportamiento de los líderes o a veces mal llamados Jefes de Equipo o grupo de trabajo.

Decálogo del buen líder

Dar ejemplo: si un líder quiere pedir algo a sus empleados o equipo de trabajo, demuestra que también lo puede hacer. Puntualidad, tolerancia y compromiso, por ejemplo. No le puedo exigir al equipo cuando mi comportamiento en contrario a lo que yo mismo exijo.

Ser humildes: los buenos líderes reconocen los méritos de las personas con las que trabajan, pues los
logros son en la mayoría de las veces resultado de un trabajo en conjunto, donde cada uno aportó un granito de arena. La prepotencia en la que en muchas ocasiones caen los nombrados lideres es contrario y negativo para el trabajo en grupo. El ser líder no significa poder sobre los demás ni aprovechamiento de una situación de mal llamada superioridad para hacer lo que se quiera en provecho propio y en deterioro del trabajo en equipo.

Actualizarse: sin importar el sector de desempeño laboral o estar en la cima de la carrera profesional, buscar nuevos conocimientos es fundamental para ser un mejor líder. ¡Siempre habrá algo nuevo que aprender!. Ello supone una evaluación contante sobre el líder de los equipos directivos de la empresa para no caer en falso líder cuyo trabajo es desarrollado por otro personal y adoptado como propio con la finalidad de reconocimiento de la dirección de empresa.

Ser asertivos: un buen líder se asegura de escuchar y ser escuchado, no sólo en el ámbito laboral si no
también el personal. Quizás este sea el valor fundamental de un buen líder – saber escuchar y ser escuchado-. Pero cuidado la asertividad – colocarse en los zapatos del otro- deberá de hacerse siempre con sumo cuidado, respeto y compromiso, porque si no estaríamos ante un líder tóxico que genera enfrentamientos, y provoca lo que popularmente se denomina cizaña entre los compañeros. Ser asertivos no debemos de confundirlo con ser amigo de todos; ser asertivos significa saber escuchar y ayudar sin involucrar en el ambiente laboral a otras compañeros o equipo de trabajo.

Tener capacidad de resiliencia: en circunstancias difíciles o momentos de mucha presión y estrés, pueden reinventarse y seguir adelante con nuevas ideas y soluciones, motivando igualmente a su equipo. Labor importantísima del Líder y la resilencia, el seguir adelante debe el líder saber conjugarla con las reuniones en equipo y unir diferentes opiniones del equipo de trabajo para aplicar lo que se vea más positivo para la empresa o la situación difícil.

Potenciar a sus equipos: identifican las fortalezas de sus colaborares y se enfocan en cultivarlas y mejorarlas, con el fin de tener un grupo de trabajo productivo y que disfruta su trabajo. El trabajar en buena armonía y felices es la base del buen trabajo y para ello el Líder con su ejemplo y su compromiso con la empresa debe potenciarlo.

Contar con un mentor o coach: un buen líder sabe que nadie tiene la verdad absoluta, que a veces es necesario pedir ayuda, conocer otras opiniones y tener una persona externa que lo apoye y guíe en ciertas situaciones que puedan afectar su desempeño laboral o personal.

Pedir feedback: entienden la importancia de recibir opiniones, como críticas constructivas de sus
colaboradores y equipo de trabajo con el fin de ser mejores. Lo contrario de ser líder es ser prepotente y entender que sólo él hace vale sin tener en cuenta la opinión del equipo de trabajo.

Conocer sus límites: el respeto es pilar fundamental y lo dejan establecido, así como los límites en el espacio de trabajo. Pero debe de tenerse en cuenta que el respeto no es solo de palabra; el buen líder debe de hacerse respetar por su comportamiento, por sus hechos, por su forma de actuar.

Mostrar compromiso y responsabilidad: un buen líder actúa con responsabilidad, tiene ética profesional y promueve una gestión positiva en pro del cumplimiento de los objetivos trazados. Un líder debe de ser auténtico, su actitud debe de ser positiva y buscar siempre el cumplimiento de las exigencias de la empresa para que esta pueda obtener beneficio. Un buen líder debe ser empresa ante todo y nunca debe de confundir el compromiso y la responsabilidad con el cumplir en su puesto de trabajo.

¿Y tú?, ¿cuál de estas características aplicas? ¿Eres líder de la empresa o eres líder tóxico?

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